Existen muchos motivos para irse a trabajar a un país extranjero, casi tantas como personas. En mi caso concreto, no existía una única razón, más bien confluía más de una, pero la que más peso tenía (cuyo origen es la desgraciada situación económica en la nos encontramos), era la necesidad de tener unas perspectivas laborales aceptables y poder mantener un nivel de vida satisfactorio. Es evidente que esta necesidad de «nivel de vida» está creada por nosotros mismos, ya que nos encontramos sumergidos en una sociedad de máximo consumo, pero…